lunes, 28 de mayo de 2012

XXIV PRUEBA DE FONDO CIUDAD DE ÓRGIVA


                Los corredores de Granada tenemos la gran fortuna de poder disputar todos los años una prueba tan bonita como la que tiene lugar en el alpujarreño pueblo de Órgiva. Somos afortunados de disponer de una tortuosa carretera, llena de rampas insufribles y con más de 20 grados subir hasta Lanjarón, para después bajar por la misma. Tenemos la suerte de enfrentarnos a más de 18 duros kilómetros,  y en particular los que discurren entre el 4 y el 6, donde vas cabizbajo y si tienes la osadía de mirar hacia adelante,  obtendrás la gratificante visión de un serpenteo de corredores ascendiendo sin cesar. No, no estoy siendo irónico.

                Me alegro de poder disputar todos los años una de las carreras más bonitas y duras que ofrece el Gran Premio de Fondo. Organización perfecta, carretera dispuesta en exclusiva para el rosario multicolor de corredores, avituallamientos correctos, magnífico ambiente y paisaje…extrema dureza. ¿Se puede pedir más a una carrera? ¿Dije carrera dura? Una carrera no es dura, la hace dura el corredor.  Si vienes a correr a Órgiva habiendo salido a correr dos veces por semana unos 40 minutos, sí, sufrirás. Es más, dudo que acabes. Si no estás acostumbrado mínimamente a subir cuestas, ¿qué haces aquí? Si jamás has corrido más de 6 ó 7 kms, ¿qué has venido a hacer aquí? ¿Cómo tienes la jeta de quejarte de lo dura que es esta carrera? ¿Que hizo calor…?
Apretar dientes. Últimas zancadas.

¡Incluso pude sonreir!
                Esta carrera es perfecta para gente que ama lo que hace, que entrena, que sufre, que disfruta corriendo, pues. Excelente medidora de tu estado de forma, magnífico test de asimilación de tus entrenos. ¡Ay aquéllos que empezaron a escalar las rampas de los primeros 3 kms a un ritmo por debajo de 4 minutos!  Incluso llegaron a ponerse junto a los “espigados de verde que siempre lideran las carreras”, junto a los primeros, los Bikila.  Yo me agobié por momentos, puse un ritmo quizá demasiado alto, pero miré al frente y vi a tipos que iban frescos y más rápidos que yo… 3000 metros después iban casi caminando, jadeando, lanzando exabruptos y sonoros eructos, que además riman y aliteran.  En fin, que un buen número de insensatos se convirtieron en cadáveres tempranos.


                Se suele resumir la prueba como “9kms subiendo a Lanjarón, 9 bajando a Órgiva”, y los que la conocemos sabemos que no es exactamente así. En los 9 primeros, hay algún “descanso”, que te permite entrar al pueblo del agua con alguna tregua en los cuádriceps, aunque no mucha. En los 9 segundos, en la euforia de la dura bajada, mientras castigas tus rodillas y tu espalda, de repente te topas con ese descanso a la inversa, vuelta a subir. El resultado es un rompepiernas.

                Algo debo estar haciendo bien últimamente. Ayer mis sensaciones eran agridulces. Acabo una carrera que he padecido como pocas, he pasado 74 minutos de verdadera agonía, sin descanso. Me he exigido, no he ido fino, no he asimilado al 100% las series de la semana y de piernas y de caja he ido un puntito forzado. Pero digo que algo debo estar haciendo bien porque a pesar de las malísimas sensaciones, he rebajado casi 4 minutos mi marca del pasado año. Así que por ahí contento. Feliz porque sé que el resultado de entrenarme en series viene justo al final de la carrera, los 3 últimos kms los hice a 3’20’’. Bajando, sí, pero a 3’20’’, y a 3’10’’ por momentos, que hay que correrlos. Es el beneficio de la calidad: te da un puch al final que de otro modo no tendría. Adelanté a 7 corredores en los 2000 últimos metros , y entre ellos a uno que ganas tenía yo de cargarme.
               Sigue habiendo gente más fuerte que yo, mucho más fuerte que yo e infinitamente más fuerte que yo. He disputado la carrera con mis rivales habituales; algunos están intratables, a otros los he vencido con pundonor; a otros los he hundido. 

                No voy a mentir si digo que pude haberlo hecho mejor. Si hubiera estado más descansado, algún minuto menos habría caído, pero eso son hipótesis absurdas. Tampoco miento cuando me reitero en que ésta es la carrera más bonita, mejor organizada y mejor dotada a nivel de bolsa de corredor de cuantas puedes correr en el GPF de Granada.

                …Y la semana que viene,  la más hermosa entre las hermosas, la carrera de las Fuerzas Armadas, la de las 2 Colinas. ¡Eso sí que es un recorrido para disfrutar!

sábado, 26 de mayo de 2012

Marco Olmo: tristeza, austeridad y honestidad.



         La semana pasada tuve la oportunidad de ver el documental sobre Marco Olmo llamado El Corredor (Il Corridore, en italiano). El evento tuvo lugar en la casa de la cultura de Cúllar Vega, gracias a los amigos del Club de Atletismo Ajopo, de dicha localidad granadina. Allí nos congregamos una treintena de adeptos al trail, ultra-trail, o simplemente a correr, y nos deleitamos con la cinta sobre este gran sexagenario.


            A esta alturas, casi todos conoceréis ya a Marco Olmo, figura inspiradora del ultrafondo de estrellas como Kilian Jornet, ni más ni menos.  Para los que no lo conozcáis, simplemente querría anotar que es un corredor italiano (Robilante, Alpes Piamonteses) de ultrafondo que con 61 años va a afrontar de nuevo la Ultra Trail de Mont Blanc, considerada la prueba más dura del mundo,  contando con 166 kms y más de 9000 metros de desnivel positivo.  Prueba que, dicho sea de paso, ya ha ganado en dos ocasiones, una de ellas con 58 años. Igual que otras carreras como la Cro-Magnon, el Marathon des Sables, etc, etc.
Pero para conocer detalladamente su amplio palmarés y otros pormenores deportivos, acudid a la red,  están a vuestra disposición. Yo no pretendo glorificar más aún a este super-deportista. Hay cientos de blogs, webs de atletismo y enlaces que cuentan sus proezas. Tampoco voy a desgranar íntegramente el contenido del documental. Haceros con él, porque merece la pena tenerlo de referencia para visionarlo cada cierto tiempo. Nos recuerda que la humildad es la esencia de este deporte.

             Marco pronunció estas palabras en 2008, por las que quizá sea mejor conocido: “En la vida soy un vencido, un derrotado. Nací pobre y sigo siéndolo. Corro por venganza, para resarcirme”.  Palabras que alumbran al hombre que realmente es, que lo definen y resumen. También podrían resumir perfectamente el documental, sin duda. Pero yo voy a extraer 3 momentos particulares que realmente agitaron mi interior:

1) Marco Olmo almorzando un exiguo plato de pasta con patatas cocidas en un rincón de su diminuta cocina, de su discreta casa, solo.

2) Marco dice, refiriéndose al mundo en general: “…viven para aparentar, viven de y por lo que tienen. Yo no soy de ésos. (...) Todos tenemos un perdedor dentro de nosotros”.

3) Marco, en línea de salida de la UTMB, haciendo cábalas sobre su carrera y sus rivales, hablando con un pesimismo desbordado: “tengo una posibilidad entre 100 de ganar”, tras confirmar que a la prueba han acudido todas las estrellas previstas.



         Marco Olmo es un personaje austero, y así lo refleja el documental, con extensos momentos de silencio, de cámaras fijas y música que te transmiten un ambiente de cierta tristeza.  En sus 90 minutos de duración no vas a encontrar ninguna apelación a la épica de sus victorias, de su extraordinario pundonor y esfuerzo. No verás la gloria. De hecho, en la UTMB que vemos en la cinta Marco abandona más allá del km 150, creo recordar, cuando marchaba 4º clasificado. Deliberadamente, el documental nos transmite dudas sobre su futuro deportivo,  nos arroja a la cara la verdad, que Marco ya no tiene posibilidades de ganar esa prueba de nuevo, que ya está, irremediablemente, en su ocaso deportivo.  

        Esa técnica es efectiva, sin duda,  y contribuye a engrandecer el mito que ya es.  Marco es vencido por rivales casi 40 años menores que él, todos con equipos detrás, sponsors, preparadores, ataviados con lo mejor del material técnico disponible. Marco viste unos pantalones viejos de atletismo,  una camiseta, una mochila que según he leído por ahí es un diseño de los años 80, y lo mejor, unas zapatillas para asfalto, unas Mizuno de gama media, por cierto. Es alto, espigado, y su barba dejada de varios días y su mirada esquiva le hacen realmente parecer un antihéroe.

                Tan sólo hay un momento en el documental con cierto sentido del humor, donde Marco hace gala incluso de cierta “soberbia”. En una especia de ponencia improvisada en un campamento con chavales, uno de ellos le pregunta por los rivales americanos que compitieron con él, si eran fuertes. Marco responde: “Sí, fíjate que Dean Karnazes es, según alguna revista, la 6º persona más influyente de los Estados Unidos, justo delante tiene a George Clooney. Fíjate que vino a correr y sólo entró 6 horas más tarde que yo…”. Para quien no lo sepa, Karnazes es una especia de héroe americano en yankilandia, un ultrafondista que ha expandido y trascendido su imagen más allá de los ámbitos deportivos, apareciendo su musculosa figura incluso en paradas de autobuses. Todo lo contrario que Marco Olmo.

                Vean el documental, si aún no lo han hecho. Déjense “amargar” por su mensaje.  Y aunque sientan cierta conmiseración por la vida de Olmo, sabrán que ciertamente será una leyenda. Les recordará que nuestro deporte es grande, les incitará a correr en seguida. Yo, por mi parte,  estoy muy de acuerdo con Olmo, todos tenemos un perdedor dentro, y los que corremos , en cierto modo , en algún momento, lo hacemos por venganza. ¿Nadie ha tenido una mala racha y se ha desfondado por los caminos? Así que Marco bien diría: “Si estás mal, corre, si eres triste, corre mucho, si tu vida es una derrota en sí misma, corre ultramaratones”.

jueves, 24 de mayo de 2012

¿Sientes...?



      ¿Has entrenado? ¿Te sientes cansado, dolorido, adormecido…? ¿Has experimentado la agonía en los últimos 200 metros? ¿Has tenido que contener alguna vez el vómito? ¿Has tenido la certeza de que tus isquios reventarían de un momento a otro?  ¿Has dudado de que que fueras capaz de hacer todas las repeticiones previstas? ¿Has mirado a tu alrededor y no comprendías lo que veías? ¿ Te has sentido ridículo mientras gritabas  de sufrimiento al parar el reloj? ¿Has sentido que los que te rodean te miran de forma extraña? ¿Has creído que has llegado a tu límite y que tus piernas no pueden dar zancadas más amplias? ¿Te has desplomado panza arriba al terminar la sesión, has cerrado los ojos y al mismo tiempo has sentido que estás llorando? ¿Sientes palpitar tus músculos y ves venas y tendones que antes no existían? ¿Has flotado después , sientes la ingravidez y no puedes quitar tu sonrisa de oreja a oreja?  ¿No puedes dejar de hablar, comentar y en definitiva, sentir la euforia a flor de piel? ¿Te has sentido capaz de cualquier cosa? ¿Has pensado que estás más fuerte que nunca, que te vas a salir en tu próxima carrera? ¿Has experimentado la imposibilidad de dormir porque tu corazón palpita potente y tus piernas no paran de bombear? ¿Has sentido el veneno? ¿Te has sentido más vivo que nunca, feliz?

     Si has respondido sí al 80% de estas preguntas, sí, has entrenado duro. Sí, sabes lo que cuesta ponerse en muy buena forma. Sí, sabes que en el fondo te gusta. Sí, sabes que seguirás haciéndolo. Sí, sabes que sin ese sufrimiento no sacas todo el meollo a la vida. Sí, te reafirmas en tu adicción. Sí, has estado haciendo series.

martes, 22 de mayo de 2012

Inicios-I. El comienzo de todo.


        Alguna tarde de agosto de 1995. Un pueblo de la campiña sur de Jaén. Calor infame -¡es agosto!. 16 horas. Un sendero polvoriento. A ambos lados, algún castaño esquelético, almendros confundidos y olivos, muchos olivos, tantos que la vista se pierde en el horizonte y sólo se divisa un mosaico de puntitos verdes sobre un suelo marrón asustado. Amarillo sendero, seco, piedrecillas esparcidas irregularmente por el paso de algún tractor de paso a alguna de las fincas colindantes cercanas.  Una hilera de ásperos arbustos dibuja el contorno que debo seguir, pero lo cierto es que el paisaje se torna borroso ante mí. Las dos tonalidades predominantes se confunden debido al tremendo calor y al sudor que me ciega los ojos. Estoy en el infierno. Ese lugar en verano es la mismísima morada del diablo. Es desolador.


                Aún hoy puedo evocar con nitidez fotográfica ese recuerdo, esos olores, esa fatiga, ese sufrimiento… Llevo unos raídos pantalones de lycra de fútbol sala marca Luanvi, una camiseta negra sin mangas de Metallica, del “Ride the Lightning”, más raída aún, unas semibotas negras Reebok sin cordones, con velcro. Y lo mejor, un walkman inmenso Aiwa -¡con autoreverse!-en la mano derecha y auriculares de gomaespuma. Suena “Piece by Piece”, del albúm “Reign in Blood”, de los grandiosos thrashers Slayer. Creo que gracias a ese disco (más bien, esa cinta de cassette) pude sobrellevar aquel calvario autoinfligido.
                El paso es cansino, torpe, voy inclinado hacia adelante y me reconforta pensar que no hay ni chicharras en el camino, porque mi imagen debe de ser patética. Avanzo poco a poco, por fuerza mayor suelto este lastre que me sobra. ¿Dónde estará el puñetero puente de hierro? Ya mismo llego, me doy la vuelta y a soñar con mi merecido refresco. No llevo agua. No hay fuentes en el camino.


           Un mes antes me habían operado del fémur izquierdo. Un fibroma, o lagunilla, o algo así. En principio era un tumor –el traumatólogo dijo a mi madre literalmente: “puede ser maligno o benigno, señora, ya se verá”. En fin, pequeña incisión, reposo de un mes, nada de deporte, bla bla bla. Ahí empieza mi idilio particular con los traumatólogos.
                15 días después yo me había tomado al pie de la letra lo del reposo, pero lo de atiborrarme a deshoras no me lo habían prescrito. Cervecita con panceta de tapa antes del almuerzo (tenía 16 años recién cumplidos y ya me seducía el momento cerveza), croissants rellenos de chocolate de merienda, etc etc. Y así, entre bollo y bollo, una tarde, se produjo el momento que cambiaría mi vida: mi abuela paterna me pellizca la teta izquierda y la nalga derecha ( bien ponchitas ambas ) al mismo tiempo que yo mastico con fruición algo de Repostería Martínez y exclama con júbilo: ¡Ay, qué hermoso (hermoso en mi pueblo = gordo zampabollos ) te vas a poner! Lo que pasó después está descrito en los primeros párrafos.

                Junto con las salidas intempestivas estivales llegó la hora de gimnasia post-carrera, facilitada por unos libros que le descubrí a mi padre de un campeón culturista del año 1966, un tal Manuel Rillos, una eminencia por entonces en el mundo de los músculos. El tío te proponía un año entero de entrenamientos sin usar aparatos. Lo más sofisticado que usé fue una silla para hacer diversos ejercicios abdominales, y una toalla para los tríceps. Un libro para cada mes del año y el décimo-segundo, de mantenimiento. Los hago todos. Todos los días. Comienza mi obsesión y el running se instala para siempre en la rutina de un estudiante de 16 años. Perdí la chicha sobrante, definí mi cuerpo y mi vida. Todas las tardes, 7 días a la semana, alternaba camisetas de Metallica, Slayer, Fear Factory y Guns N’ Roses y voluntariamente me iba en busca del infierno. Aquello no me gustaba nada, ¡pero qué bien me sentía luego!  Se puede decir que aquel año empecé a correr.

Bienvenid@s

       Bienvenidos, runners. Sí, otro blog sobre correr. ¿Cuántos habrá ya? No pretendo enseñar nada que ya no sepáis,  no voy a ofrecer otro diario más de entrenamientos, ni tampoco voy a ofrecer un sitio especializado sobre material técnico. Lamentablemente sí que tendré que hablaros de lo sufrido, sacrificado e ingrato de este deporte que un día tuve la desdicha de escoger, y del porqué lo necesito, de las razones por las que soy un adicto. De por qué lo amo; y otras veces odio. Asimismo, materias de la más diversa índole podrán tener cabida aquí, como música, cine, libros, opinión en general.


      No pretendo ni por asomo llevar una actualización periódica de este espacio.No me comprometo a nada, éste es mi rincón personal.  Postearé cuando tenga algo que plasmar, porque ya se sabe, nada hay más bello que el silencio ( o el terrible espacio en blanco ) si nada interesante hay que manifestar.


      Este blog nace de la necesidad de plasmar mis sensaciones en un espacio virtual propio, no de prestado. Hasta ahora he estado usando el sitio www.lasverdesgranada.blogspot.com, blog que tuvo su razón de ser en su día y que obviamente hoy ya no la tiene. De aquí en adelante, si no sucumbo a la pereza y me apetece contar algo, éste será el lugar.


     Ni que decir tiene que todo el mundo está invitado a opinar, criticar, modificar, rectificar, sancionar, aplaudir o refutar cualquiera de las expresiones aquí mostradas.


      Así pues, bienvenidos, mundo.