lunes, 11 de noviembre de 2013

ESENCIA

Siempre solemos encontrar una excusa más o menos plausible a modo de justificación cuando dejamos de hacer algo, o cuando lo hacemos peor, o quizá cuando ya no nos gusta lo que hacemos.  ¿Falta de tiempo, ilusión, clarividencia, inspiración…? ¿Sólo cansancio? No me refiero a la actividad motor de mi existencia: correr sigue siendo y me temo que será el último resorte al que agarrarme cuando mis dedos resbalen invulnerablemente  por el precipicio. Correr siempre es sinónimo de libertad y paz mental y espiritual.

         Parafraseando el título de Murakami “De qué hablo cuando hablo de correr” diré simple y llanamente que ya todo está dicho, hablado, contado, explicado. Por mí y por cientos de miles de corredores-de los de antes y de los de ahora. Esta entrada estaba destinada a tratar del inevitable y descarrilado apogeo del running, pero al primer párrafo me remito: ¿falta de ganas? ¿Expresar lo ya expresado previamente?  Todo ese cúmulo de sensaciones e ideas que han morado en mi mente durante semanas simplemente se han disuelto, dando lugar a una efervescencia mental totalmente vacua. Creo que no tengo nada que contar. No es falta de ilusión o motivación por seguir desarrollando y viviendo esta actividad: disfruto tanto corriendo en el monte que me emociona sólo evocarlo. Así de tajante puedo manifestarlo. Es un estado contemplativo y pueril al mismo tiempo, una antítesis perfecta que tiene cabida en mí cuando me echo a trotar por los senderos.  La máxima expresión la alcanzo cuando estoy solo, cuando para vencer al letargo que los horarios y las agendas pretenden inducirme me inoculo una dosis infalible de trail, con sus ingredientes básicos: silencio, paz, naturaleza, deporte, viento, montaña.

Creo que es tan intensa esa sensación que no necesito contar otros detalles accesorios. No me hace falta contar mis próximos retos, ni detallar mis anteriores entrenamientos, ni informar de los estados de forma o lesiones o argumentar sobre las prestaciones de los últimos gadgets tecnológicos aplicados al correr. ¿Para qué escribir un diario de entrenamiento cuando he alcanzado el Satori, la iluminación, la comprensión última de la verdadera naturaleza de lo que amo?

Puede que sea la tendencia natural de las cosas. O que solamente todo en esta sociedad esté ya tan degradado y asolado que sólo nos quede refugiarnos en  lo auténtico, en la verdad despojada de fútiles capas, de ritmos, de cifras, de tanto atrezzo y de tantos actores mediocres y extras.  Y mientras seguimos actuando en tan dudoso teatro, el tiempo sigue siendo un monstruo con el que es imposible razonar, y miramos al fin del camino sin apreciar las piedras y los árboles.


A lo mejor es sólo cansancio y en la próxima vuelvo a hablar de materiales técnicos y de épicas maratones alpinas.