martes, 18 de marzo de 2014

De nuevo al pozo

Lo peor que le puede pasar a un corredor no es sentir la frustración de no haber batido su marca, ni siquiera de saberse superado por sus rivales o colegas de entrenamiento. Tampoco es sufrir un período de sobreentrenamiento, o de un deficiente estado de forma. No es estar plagado de ampollas cada vez que sales a entrenar y las dichosas zapatillas no acaban de amoldarse a los pies. No es tener que perderse algún evento importante por cualquier motivo externo, ni tener que sacrificar alguna prueba por una saturación del calendario. Tampoco es lo peor sufrir unos calambres momentáneos, una pájara en la parte final de una carrera, unos vómitos...  Lo peor que puede sentir un corredor es no poder correr. La rotunda imposibilidad de realizar la actividad que conforma tu equilibrio físico y emocional. 

      Sí, estamos otra vez en el pozo. Aún no sé su profundidad, pero pozo es, al fin y al cabo. He dicho adiós a una carrera importante y quién sabe a cuántas más, he perdido la forma que con tanto sacrificio iba adquiriendo monte arriba y monte abajo, he dejado de sentirme ligero y ágil, pero lejos de todas estas nimiedades lo que realmente me hace saborear el polvo es intentar correr y no poder, junto con la incertidumbre. La incertidumbre, en cualquier situación dolorosa o crítica en la vida, es la auténtica medidora de nuestro nivel de tolerancia y perseverancia. Es la duda la que te pone realmente a prueba, no la certeza de lo imposible o lo inevitable. Me da igual todo lo expuesto hasta ahora, solo lamento simplemente no poder poner mi cuerpo en movimiento y poner un pie delante del otro durante al menos 1 hora. Es la espera de un diagnóstico la que corroe mis entrañas y me hace estar sumido en un constante estado de intranquilidad. Es en estos momentos cuando todo se tambalea, la geometría se desdibuja y las perspectivas se confunden.


      En esta situación sale a relucir el verdadero yo, me quedo desnudo y soy tan explícito que puedes descifrarme con una mirada de soslayo. Queda de manifiesto que la seguridad y la fortaleza mental penden de un hilo que calza zapatillas.

        Que correr es maravilloso es una falacia. Correr es una necesidad y crea tanta dependencia como la más adictiva de las drogas.