domingo, 12 de mayo de 2013

101 KMS DE RONDA: El vacío


LAS PRUEBAS
Ahora mismo escucho a mi mujer contar por teléfono con todo lujo de detalles a su madre cómo se ha desarrollado mi fracasada historia con el 101 de Ronda. Duele. La gente llama, manda whatsapps, preguntan cómo ha ido la aventura con la que durante tantos meses les he martilleado. Están en su derecho querer conocer el devenir de todo. No es lo que más duele. Lo más triste ha sido llegar a casa y empezar a desembalar todos los útiles que llevé para la carrera. Sacar todos los enseres mugrientos y arrugados que parecen tener rostro propio: el de la derrota. Especialmente me ha mortificado mirar mi mochila, aún con el dorsal adherido y maltrecho -que ya he tirado a la basura-, sacar todos los malditos geles y barritas que no pude consumir, agujas, antiinflamatorios, compeed, frontal, etc, etc.  Mis zapatillas cubiertas de polvo de la serranía de Ronda me parecen un par de cuerpos abatidos en algún combate. Lo he sacado todo lentamente, sin rabia alguna, he mirado mi camiseta sucia con el emblema grabado en el hombro izquierdo y he sentido una tristeza sosegada. Autocompasión, supongo.






LOS NOMBRES
Le podrán poner mil nombres. Podrán elogiar el esfuerzo realizado, el pundonor baldío o las agallas de haberlo intentado, pero todo encubrirá lo que realmente supone: retirada, abandono, imposibilidad. Fracaso. Me he retirado en el km 70. Fui a Ronda para ser cientounero, para hacer 31 kms más de los que finalmente pude, así que el silogismo es lógico y aplastante: no he terminado el camino.
El porqué de mi decisión de abandonar me parece clarísimo: luché y luché hasta que fui vencido. En mi fuero interno sé que es así, pero al mismo tiempo no me consuela, no me alivia la frustración que sin duda prevalece en estos casos. Sí, estoy frustrado, decepcionado, jodido.

EL CÓMO
Creo que estábamos haciendo una gran carrera, que todo estaba saliendo bien, que nuestra cabeza se mantenía fría con el paso de los kms, que controlábamos en todo momento la situación, desde el ritmo a llevar hasta las paradas para cambiarnos de calcetines, el tiempo empleado en los avituallamientos. Todo controlado menos lo incontrolable: el clima y el estómago.  Creo que ambos van de la mano, y yo soy enemigo del calor y soy asiduo a problemas estomacales. Bebí continuamente sorbos de sales de mi mochila, bebí agua y aquarius en los avituallamientos, engullí plátano y alguna naranja. Bebí, bebí y bebí. Pero no comí sólido. Desprecié un sándwich en el km 25, confiando en que una infame barrita y un gel serían suficiente. He aquí el error de bulto. He entrenado comiendo dátiles, higos y sándwiches, ¿por qué demonios no hice lo mismo en la carrera? El maldito gel sembró el germen de mi decadencia. Ya no fui el mismo. Pasamos por Arriate por el km 32 aproximadamente y el pico de euforia aún se mantenía al máximo: 4 tipos corriendo felices, sabedores de que todo va bien, el cielo se acaba de cubrir-se acabaría abriendo de nuevo sin piedad -siendo recibidos en el pueblo con vítores, aplausos, por mi mujer, que me hizo las fotos… Casi nos abrazamos todos y nos besamos.
3 victorias y 2 fracasos, en ese orden

Feliz km 32

Pico de euforia en Arriate: directo al abismo.

Después de infinitos caminos polvorientos compartidos con romerías y gorrinos negros, y a partir del km 50 más o menos ya fui visualizando el abismo al que me dirigía. Retortijones en el estómago y náuseas prematuras ya vaticinaban un futuro poco prometedor. Para colmo, Txomin está incluso peor que yo, con sensibles síntomas de indigestión. No voy bien, pero lo rumio muy en mi interior y no digo nada. Tengo que llegar a Setenil, km 58, recoger la mochila para cambiarme de zapatillas, de camiseta y recoger mi frontal. A la entrada del pueblo ya estoy mareado, me zumban los oídos y el nudo en el estómago es insoportable. Me agacho y me pongo en posición fetal, cabizbajo.  Convenzo a Antonio y a Pepe para que prosigan ellos. Consigo volver a trotar y llego a la explanada habilitada para la recogida de mochilas. Mi mujer me ha acompañado allí y al estar con ella me convenzo de que tengo que dejarlo.  No puedo comer. Doy un bocado a un sándwich, bebo Coca-Cola y lo regurgito todo, pero no puedo vomitar. Txomin llega y los dos acordamos que se ha acabado. Los dos estamos muy jodidos. Siento las piernas intactas, los músculos dilatados por el calor pero operativos, sin embargo me duelen las sienes y la boca del estómago.  No podía abandonar ahí. Me fustigaría a mí mismo durante meses si lo hubiese hecho. Otro esfuerzo más, otra lucha a muerte con mi mente y mi cuerpo. Recojo la mochila, me cambio de zapatillas, de camiseta y cojo el frontal para la caída de la noche. Miro a Txomin y le espeto: “cámbiate, que seguimos”. Así lo hacemos, seguimos trotando y caminando en las cuestas –como en toda la carrera-, pero antes del km 66 él por fin vomita, yo sigo cabizbajo y empiezo a sentir escalofríos. No voy bien. Mi cuerpo lleva 7 horas sin comer nada, cocinándose al sol y los líquidos que ingiero no me ayudan,  pues a cada sorbo se incrementa mi dolor. 

Es en el avituallamiento del km 66 donde definitivamente nos miramos sentados en un banco, rodeados de marchadores, algunos ya cadáveres con la vista perdida, y de legionarios mastodónticos que siguen repartiendo cansinamente agua, aquarius, naranja y plátanos, y decidimos que se termina. Pero aún no. Tenemos que ir al siguiente punto de evacuación, que está situado en el km 70. 4 kms de rampas dantescas con piedra suelta que habríamos de recorrer como buenamente pudiésemos. Por fin allí, me sentí como Lorca en el barranco de Víznar, metido en un camión del ejército, rodeado de tipos destrozados cabizbajos, cada uno con su historia, rebotando inmundamente con cada bache y acompañados de mantas polvorientas. Allí creí morir, el traqueteo del camión era interminable y cuando por fin nos bajamos en el acuartelamiento de Ronda, como nos habían quitado los vales para la cena del km 80 al notificar nuestro abandono, nos denegaron la cena. Seguramente no habría podido ni beber caldo, pero es lamentable que a los que se retiran –con lo que ello conlleva- ni siquiera les den de cenar.

Mi mujer vino a recogernos en coche y entonces, después de varios intentos infructuosos, conseguí  vomitar. Fueron sin duda mis peores momentos físicos. La noche ya caía oscura, salpicada de luces de frontales de corredores. De ahí a tomar algo –por fin-, recuperar fuerzas y esperar a que nuestros compañeros entren en meta. Por cada corredor que entra en meta, admiración, envidia y dolor, a partes iguales. En el parque, zona de meta, estoy rodeado de sudaderas rojas victoriosas; yo no soy uno de ellos. Pepe y Antonio entran triunfales, han sufrido lo insufrible pero lo han logrado heroicamente: se lo merecen, por todo.  Los abrazo con todas mis fuerzas y siento lo más parecido a la alegría de haber terminado yo, de todo corazón. Poco después entra el grupo de Hugo, Chimo y otros amigos. Todos consiguen sus sudaderas de finishers y sus ladrillos al cuello. Dolph ha tenido que retirarse en el km 92 con calambres insoportables. Ni puedo imaginarme cómo debía dolerle para que abandone. 

¿LA REFLEXIÓN?
Han pasado apenas unas horas. No sé si habrá una moraleja, una lección aprendida de todo esto. No he podido esperar más para intentar contarlo. Tengo las ideas confusas y seguramente esta pseudocrónica refleje el caos que siento, aunque me dejo sin mostrar infinitas imágenes, vivencias y momentos, muchos magníficos. Como siempre, lo mejor la compañía, los momentos compartidos de camaradería, el apoyo de mi mujer y mis compañeros, la comida de hoy. Ha sido un placer compartir tantas horas de carrera con mis amigos, ver lo que hemos visto, sentir lo que hemos sentido, pero no puedo ser hipócrita y acabar esta entrada con esta falsa idea de felicidad: ante un abandono lo que prevalece es la frustración y la decepción.  Esa es mi bolsa del corredor hoy, el vacío. Y lo siento, Antonio, pero no hay honra sin victoria.

16 comentarios:

  1. De la honra sin victoria Antonio podrá darte cientos de ejemplos, yo sólo te doy uno Market Garden.
    Os conozco, no mucho pero si lo suficiente para saber que si abandonais es por que no hay otra opción, porque no podéis dar un paso más. No sois gente pusilánime que se doblega al dolor.
    Fuisteis, luchasteis y os derrotaron. Eso escuece y mucho pero nadie os reprochará que no lo disteis todo.
    Sólo voy a hacerte una crítica. Qué cojones hacias cargado de geles y barritas en un ultra

    ResponderEliminar
  2. Javi, mira que yo te enseñe lo que habia que hacer en los avituallamientos en aquella subida al Veleta, que me comí hasta leche con galletas (jeje)... Esto no tiene que ser nada mas que un estimulo para superarse Javi, nada de derrota, solo un dia malo

    Victor

    ResponderEliminar
  3. Onio, llevaba geles y barritas igual que miles de cientouneros ayer. Si sabes de algo mejor para los ultras, compártelo con nosotros.

    Víctor, que no podía comer ayer, que se me rebotó el estómago, no hubo manera. Yo no puedo andar sólo con líquido. Aún tengo unos retortijones que flipo.

    Gracias por vuestras palabras.

    ResponderEliminar
  4. El estómago nos da esas malas pasadas en pruebas de larga distancia. Tendrás tu revancha, ánimo.

    ResponderEliminar
  5. Si no estuvieses jodido y amargado por lo que te pasó no serías tú y no habrías conseguido las cosas que has conseguido gracias al esfuerzo y al tesón.

    Pero no hay que perder la perspectiva. Tuviste un contratiempo, nada que ver con lo que podías hacer o no. Si te hubieses retirado tras una caida con el tobillo jodido no serías tan duro contigo mismo. Entenderías que era un imponderable ajeno a ti, estarías dolido un poco amargado, pero no entrarías a cuestionarte lo que eres y no eres capaz.

    Así que piensa que al igual que Dolph tiene ahora más precauciones para no doblarse el tobillo, tú tienes que vigilar tu estómago en la próxima. Y sí digo bien, habrá próxima.

    Un abrazo campeón

    ResponderEliminar
  6. ¡Ánimo Javi! Creo que lo importante y valioso no es evitar la caída o el error, que siempre cometemos todos, sino el saber levantarse o reponerse de ese error o caída.
    El haber estado en la línea de salida de los 101 km es de por si muy meritorio por la audacia y valentía que implica y sobre todo por el compromiso contigo mismo de tantos meses de entrenos.
    Un abrazo
    Beni

    ResponderEliminar
  7. La derrota sólo se sufre en la lucha... y como decías en relatos anteriores, que te leemos, quédate con toda la preparación. Con lo bueno que esta un bocadillo.
    Un saludo Javi

    ResponderEliminar
  8. No voy yo a enseñaros nada pero siendo como soy delicaito de estomago en la larga distancia nunca he llevado geles cuando la he afrontado. Nunca he llegado a los 100 ni tampoco a los 70 que hicisteis. Lo máximo que he hecho creo que está en algo menos 60 y no tomé un solo gel, no porque no se deba,que no tengo ni puta idea, sino porque me caen como un tiro. Yo llevo muchos frutos secos y sandwich de paté y jamonyork. Me funciona, no sé si hago bien o hago mal pero los km los hago y el estomago me aguanta.

    ResponderEliminar
  9. Después de leer tu sentida crónica, me viene a la cabeza la frase de Borges, cuando dijo que 'hay derrotas que tienen más dignidad que la victoria'. Sé que es jodido abandonar cuando tanto se ha expuesto y entrenado y poco consuelan las palabras, pero piensa que en el deporte el triunfo y la derrota tan sólo son estados mentales revestidos de épica. A seguir.

    ResponderEliminar
  10. Siempre hay otra vez, y con tu experiencia triunfarás!!

    ResponderEliminar
  11. La decepción no te la alivia nadie, pero cuando el año que viene hagas los 101 (y los harás, si eso es lo que quieres) recordarás la decepción de este año como el aprendizaje que necesitabas.

    Por otro lado, ahora no lo valoras, pero... hiciste 70km! Y los últimos resistiendo malestares y dolores! Eso no está al alcance de muchos!

    ResponderEliminar
  12. Creo que parte de tu malestar es debido a que sabes lo bien preparado que ibas...todo pasa y cuando lo consigas, que lo harás, la alegría y la satisfacción serán mayores aún. ánimo!

    ResponderEliminar
  13. Javier un fuerte abrazo a los dos. Ha sido un placer vuestra compañía este fin de semana.

    ResponderEliminar
  14. Hola Javier,

    siguo tu blog desde Barcelona, mis padres son de un pueblo de Granada y cada verano voy para alla.

    Un hombre no se mide por la veces que cae, si no por las veces que se levanta!

    Asi que pasa pagina y a disfrutar de nuestra aficion, que no es poco.

    Saludos,

    Oliver

    ResponderEliminar
  15. Hola Javier,
    No sabes al leer tu relato, cuanto podemos llegar a entenderte muchos de nosotros. Yo por experiencias personal y
    despues de cinco participaciones seguidas en el 101 se lo que se sufre en carrera, pero lo bonito lo tendras el
    año siguiente, porque no pasa nada porque no hayas terminado, por cuando uno lucha con toda su fuerza y su corazon
    aun sin llegar a meta, ya es un campeon. De todas en formas, seguramente esto se sirve de aprendizaje para la
    proxima participacion. Suerte y nos vemos en la meta, el proximo año.
    Saludos
    SpanishUOE

    ResponderEliminar
  16. Hola Javier,

    Soy Raúl y quiero compartir una historia parecida a la tuya,pero primero quiero transmitirte mis felicitaciones por una crónica muy bien escrita que al irla leyendo era como si experimentara en mis carnes tus vivencias.

    Yo también fui derrotado el año pasado...entrené duro,mucho, y traté de recopilar toda la información posible para afrontar esta prueba para un novato en la ultradistancia como era yo.

    Pero lo hice todo al revés...desde dejarme llevar por el aire festivo en la salida y no poder correr de la gente que tenía delante hasta el km 15...luego tratar de recuperar yendo a un ritmo algo superior al entrenado y pensado...beber,beber pero apenas comer,si voy de puta madre ! le dije a mi hermano en Arriate,pero amigo mío la cuesta que viene después empezó a vaticinarme lo que me esperaba..

    No puedo con la calor y el año pasado fue criminal !!

    En Setenil llegué muy tocado,mi hermano me "presionó " a que abandonara pero,abandonar ?? jamás !!!

    Me cambié de ropa,mochila,frontal y pa´lante !

    Los siguientes kms hasta el cuartel no sé ni cómo los hice,me encontraba no flojo,hecho una piltrafa humana !! pero seguía,seguía...

    Al llegar al cuartel,traté de comer algo pero cómo pueden poner sopa caliente,san jacobos y cosas así !! a corredores que viene exhaustos ?? no lo entenderé nunca.

    Al final pasó lo que tenía que pasar,sin nada en el estómago desde no sé qué hora,intenté hacer la última etapa convencido por lo que había leído en los foros de que una vez que llegas al cuartel está hecho !!

    6 kms más y redondo al suelo !,con la mirada perdida y con unás naúseas tremendas.

    Derrotado !

    Cuando iba de vuelta a casa en el coche con mi familia,lloraba de rabia e impotencia, maldiciendo.

    Pero aprendí mucho de ese día,de mi cuerpo...este año no pude quitarme la espinita de los 101 porque no estaba en España,pero seguí entrenando a tope y el 30 de noviembre corrí los 111 km del Ultra Trail Sierra Norte que se disputaba en mi tierra,Sevilla,a pesar que 10 días antes me torcí ligeramente el tobillo izdo.

    Pensé en no participar,pero una segunda derrota ? no entraba en mis planes...

    Dosifiqué todo lo que pude hasta que mi maltrecho tobillo se resintió...apreté los dientes,y con la ayuda de Iván e Ignacio ( vaya mi abrazo para ambos !! ) me llevaron hasta la gloria...

    19h,57 minutos, pero lo conseguí !!.

    Así que amigo Javier,tú podrás hacer lo mismo,tu "derrota" te ha hecho más fuerte física y mentalmente y no me cabe duda que atravesarás la meta la siguiente vez !!.

    Ánimo y adelante !!.

    Un abrazo,

    ResponderEliminar