martes, 1 de octubre de 2013

EMOTION EXTREME: MARATÓN TRAIL "VÍCTOR ARAQUE"

Dice un proverbio chino que corriendo solo llegarás más rápido, pero si lo haces acompañado llegarás más lejos. Pues bien, yo digo que no habría ido más veloz si el pasado domingo hubiese corrido solo pero que no habría llegado donde llegué si no llego a ir acompañado. No, no estoy tratando de hacer jueguecitos morfosintácticos. Estoy hablando de algo que trasciende todo lo que sea capaz de escribir en un puñado de líneas, de algo inenarrable que tuve la inmensa suerte de experimentar hace un par de días: correr la maratón de montaña Emotion Extreme, en Jaén.

42 kms de agonía y éxtasis. Día inolvidable, meteorología perfecta y ajustada para el gusto más pureta de los corremontañeros: llovizna, bruma, niebla, rachas de viento en las cimas… La definición del trail running. Cortafuegos, descensos técnicos –con cuerdas y piedras pulidas resbaladizas - y otros no tanto, a pesar de que la organización se empeñaba en advertirnos de su peligrosidad –cosa que nunca sobra-, bosques, senderos, chaparros, guijarros afilados… y rampas. Rampas dantescas. De ésas que te obligan a caminar casi a cuatro patas, a agarrarte a raíces y piedras para lograr el impulso que tus piernas y tu corazón ya apenas te pueden otorgar, de ésas que cuando mirar hacia arriba en busca de la siguiente baliza rojiblanca, ésta parece estar incrustada en el mismísimo cielo. Rampas de las que duelen y te matan. 

Cuando los veteranos corredores montañeros te avisan de que esto hay que tomarlo con calma se quedan cortos. Cuando te advierten que estas carreras son largas, te percatas de que no es un adjetivo apropiado. Es otra cosa. No es una carrera. Es una aventura apoteósica. Eres tú:  una mezcla de tu maltrecho cuerpo y tu traicionera mente son los que inician un viaje hacia lo desconocido en un entorno mágico, una película que representa un impulso vital en medio de una tierna hostilidad.

Coronado el pico Jabalcuz (1640mts)
rHan pasado dos días y el embrujo se torna irreversible. Ya nada será lo mismo tras haber corrido una maratón alpina. Ya no habrá distancia ni ciudad alguna que me subyugue como lo hicieron esos montes. Atrás quedan la Mella o el pico de Jabalcuz, vencidos pero impertérritos, testigos vivos de la hazaña de 71 valientes que se atrevieron a desafiarles. 71 historias personales entrelazadas por esos senderos y pistas. Historias de corredores rápidos y lentos, fuertes y más débiles, solitarios y acompañados, primeros y últimos,  todas distintas pero todas con idéntico final: el de la fortuna de haber estado allí.





No sería de justicia no hacer mención a la influencia que para mi devenir actual en el trail han tenido mis compañeros de las tiradas dominicales, todos sin excepción hacen que los domingos se presenten como el incentivo a corto más plazo más deseado de la semana. No puedo obviar a ninguno, pero debo agradecer especialmente en esta ocasión a Hugo, trail runner convencido y convincente: él me animó a inscribirme a esta prueba pese a mis dudas, él me marcó el paso en todo momento, me ayudó en los momentos críticos y me acompañó durante 5 horas y media en esta fantástica odisea. Sin lugar a dudas, él podría haber rebajado un buen puñado de minutos al crono, mejorando nuestros puestos 11 y 12 en la clasificación,  pues cuando todos debemos ascender las rampas apoyándonos en nuestras rodillas, él lo hace como si paseara por el parque con una facilidad pasmosa.  Es la segunda carrera que hacemos juntos y lo cierto es que he descubierto algo que desconocía. Exceptuando alguna media maratón que he corrido acompañado por Txomin y Antonio, correr codo con codo y entrar en meta con un compañero engrandece aún más esta experiencia. 

Y toca el apartado de las enhorabuenas, un tópico obligado hoy:
Felices y silvestres

A Antonio “Dolph” por su impresionante 2º puesto, que refleja el estado de las cosas, ni más ni menos (que juega en una categoría distinta a la mía), a Antonio Sánchez por haber sufrido como nadie y triunfado al mismo tiempo, entrando eufórico y con ganas de repetir. A nuestras niñas, Nuria y Carmen, por haber sabido apreciar la belleza del trail, participando en la edición de 16 kms. Y por supuesto, no podemos olvidar al compañero que perdimos hace unos meses en un desgraciado accidente y que ha puesto nombre a esta prueba, gran amante de la montaña y la enseñanza:  Víctor Araque: la montaña guarda tus huellas.


Próxima gran cita: Jarapalos, 16 de noviembre. 44 kms. 5200 metros de desnivel.

2 comentarios:

  1. Que emocionantísima la entrada por lo que a mi respecta. Todavía tengo sensaciones del domingo a flor de piel. He leído a mi padre tu crónica y te ha bautizado como el corredor épico. Que razón tiene porque algo de épico tuvo la mañana. Ojalá corramos largo muchas veces.
    Un abrazo, amigo corremontańero.

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