Se notaba en el ambiente. Hoy había sensaciones de felicidad
compartidas, chispas de triunfo en el aire y sonrisas de complicidad,
especialmente cuando justo enfrente de la Ermita Nueva de Dílar íbamos llegando
al km 25, finiquitando ahí nuestra épica tirada montañera dominical.
Coronada la silleta del Padul: Antonio, Hugo, servidor y Txomin. |
Algo debemos tener los corredores en general, un ápice de
locura que transmite incredulidad y asombro al resto, cuando a las 8 de la
mañana, desafiando a una inmensa de tromba de agua y un frío considerable, amén
de unas predicciones de nieve y tiempo desapacible en general, abandonamos el calor
de la cama para echarnos al monte a correr.
Víctor, Antonio, servidor, Txomin, Maga y la cola de Willy. |
Antonio, Hugo, Txomin, Víctor y un servidor hemos sido los
cuatro “humanos valientes”, acompañados por los juguetones Maga y Willy, los dos
labradores que a este paso se convertirán en expertos en trail-running. Decir
que hemos disfrutado es insuficiente. Ha sido uno de esos recorridos tan
variados, duros y rompepiernas que te hacen pensar que el tramo anterior ha
sido una vaga ensoñación experimentada cualquier otro día. Barro a tutiplén,
subidas por senderos revirados duros, nieve virgen, ventisca, lluvia, bajadas
bonitas –no demasiado técnicas, aunque dificultadas por nuestros acompañantes
caninos, con ganas de juerga-, y en
definitiva un sinfín de momentos de disfrute al máximo nivel. Mirar sobrecogidos al entorno que nos envolvía hacía que la carga de endorfinas se saturase y explotase a nuestro
alrededor, creando un aura de goce sin parangón. Cada senda coronada con
perseverante esfuerzo, cada roca esquivada ágilmente y la perspectiva del
camino venidero nos insuflaba una fuerza descomunal en las piernas. Simple y
llanamente, ganas de correr, de pisar el
camino con vehemencia, de saltar raíces… Un paseo inolvidable por estos vergeles que circundan nuestra ciudad en la mejor compañía, como es habitual.
Un paso más para nuestro proceso de endurecimiento mental y
físico hacia el 101km de Ronda, aunque con jornadas tan placenteras como ésta
no tengo tan claro que el sufrimiento se entrene. Esto no es entrenar, es hacer lo que nos apasiona. En cuanto a la
planificación venidera, vamos a seguir introduciendo la imprescindible sesión semanal
de series, alargando progresivamente nuestras salidas de fines de semana, hasta
que hagamos rutas de hasta unos 50 kms
(5 ó 6 horas), para adiestrar a nuestro organismo para los rigores de la
fatiga y acostumbrarnos a alimentarnos en el trayecto. En el camino hacia
Ronda, aparecen medias maratones ( la de la Cartuja dentro de dos semanas),
diezmiles (los que podamos correr de Diputación), maratón de Sevilla en el caso
de Txomin, trail de los Guájares y Sierra de Huétor, entre otros. Muchas horas
de diversión por delante. El horizonte se presenta divertido en este 2013, y es
que apenas hayamos concluido el 101 (porque lo terminaremos con éxito) ya
estaremos mirando a 3.400 metros de altitud: la imponente figura del Veleta nos
llama.
ResponderEliminarJoder macho, aún no me creo que vaya a hacer los Güajares otra vez. Esos cabrones del decathlón deben echar potenciador de las endorfinas a sus geles por que si no no me lo explico.
Bueno pensándolo mejor, la tirada de hoy, las buenas sensaciones y la mejor compañía, como bien cuentas en tu crónica, han de ser las responsables. Eso y, claro está, el brebaje mágico de después tendrán algo que ver.
Ya en serio, lo de hoy ha sido uno de los mejores entrenamientos por montaña que recuerdo y van unos pocos. Sólo baste decir que despues de sus 25 km de dureza y belleza, me ha dado pena terminar.
Eres el poeta del running. Algún día te descubrirá alguien y escribirás en un medio que te haga justicia. Algunos diremos entonces: eso ya se veía venir.
ResponderEliminarHacemos esto porque nos gustan los retos difíciles. A pesar de todos los entrenos y de las horas que echamos, decimos cosas como "esto no es entrenar" porque sabemos que aún podemos hacerlo mejor, somos insaciables.
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