No es lo mismo. Ni de lejos. Debuté en la distancia de los
21kms 97metros en el año 2007. En realidad, fue mi tercera “carrera”. Antes me
había puesto un dorsal en dos ocasiones de la inigualable San Antón, carrera
bandera de mi tierra. Era una época en la que aún corría con la indumentaria de
fútbol sala, con las zapatillas que tuviese en ese momento, que como dije en
alguna ocasión, nunca superaban los 30 euros.
Para aquella media ya me introduje en el inevitable fetichismo que
conlleva el mundillo del running. Estrené unas Adidas Supernova Cushion 6,
pantalón y camiseta decentes. Aquello me pareció una experiencia maravillosa.
No entendía de ritmos, de marcas. La hice para terminar y disfrutar. Y vaya que
si disfruté. Estuve una semana pensando que ya me podía morir, que había
corrido 21 kms y pico sin parar. El ambiente, la incertidumbre previa y la
llegada al arco de meta quedarán para siempre en mi memoria.
3000 almas invadiendo Granada |
Desde entonces, he corrido todas las ediciones de la Media
Maratón de Granada, con suerte muy dispar. Todas, salvo ésta, la de 2012. Por
razones obvias derivadas de mi lesión y de mi actual estado de forma, decliné
inscribirme en una prueba que siempre, absolutamente siempre, es dura,
traicionera y bella. Bellísima. Por ello decidí probar la experiencia de acudir
con mi paraguas a cubrir la llegada de mis amigos a meta. Acudí al estadio
donde está ubicada la meta con antelación –puntualidad, puntualidad-, y vi
llegar al primer clasificado en 1h11’. Y al segundo, un minuto después. Y al
tercero, al cuarto, al quinto… Así estuve, tratando de reconocerlos,
preguntándome si aquel cuerpo tan poco ortodoxo que entró en 1h23’ era aquel
tipo de mi pueblo, antiguo portero de fútbol sala, orondo, cervecero y
dicharachero. ¿Sería él? Más tarde, atónito, corroboré mis sospechas: era él.
¡Q ué cabrón! En fin, uno tras otro
entraban, levantaban las manos, otros acababan frustrados… Vi a mi compañero
Txomin entrar triunfal con 1h 25’, haciendo su mejor marca, a pesar de que él
quería más. Ese es el camino, me gusta esa ambición. Así estuve una media hora,
hasta que no pude soportarlo más.
La grada no es mi
sitio. Yo tenía que estar allí abajo, pateando el tartán, sufriendo en esos
últimos doscientos metros. ¿Qué hago yo aquí? Sentía una extraña indigestión,
sequedad de boca y en general, una angustia incontrolable. Bajé hasta los
avituallamientos, a saludar a los héroes, a charlar de la batalla. Y comprendí.
Los vi excitados, nerviosos, moviéndose y hablando a viva voz sin parar,
bebiendo sus merecidas cervezas –yo también me bebía la mía, claramente
inmerecida-. Estaban eufóricos. Gritaban. Hasta los más frustrados por sus
marcas parecían fuera de sí. Estaban
endorfinados. Olí el sudor, mezclado con ungüentos variados, olí el olor de
la fiesta del corredor popular. Entendí todo. Como observador externo, pude
empatizar con los que suelen vernos desde fuera cuando corremos. Es otro universo.
Es otra cosa.
De todo esto saqué dos claras conclusiones:
1 – Diferencié claramente dos carreras: la de los 10
primeros y la del resto. Desangelada la entrada de los primeros, sin apenas
emoción ni alegría, quizá motivado por
la “mediocridad” de sus marcas. Apenas exhibieron felicidad, euforia o
satisfacción alguna. Los otros reían, lloraban, levantaban los brazos, gritaban
eufóricos, se abrazaban, saboreaban su gesta, su esfuerzo, valoraban esos
míseros segundos que habían arañado al crono. El running popular.
2- Mucho me temo que será mi última media maratón como
espectador. O corro o me quedo en la cama.
Mucho me temo que te queda poco tiempo para publicar entradas de tipo filosófico-reflexivo. Las siguientes estarán llenas de ardor guerrero y espíritu combativo. Desempolva equipaciones,saca lustre a las zapas que ya mismo estás en linea de salida.
ResponderEliminarMucho mejor en la cama, para qué ennegrecer el alma. Podrías haber gritado ante la mirada atónita de los demás espectadores que allí deberías de estar tú, pero esto tampoco te hubiera favorecido. Cama o correr.
ResponderEliminarCon tu permiso, me quedo en tu blog, para ver desde la grada tus aventuras en el tartán. Saludos desde Cartagena!!
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