Mi actividad bloguera
lleva tanto tiempo estancada que ya casi siento vergüenza de mantener activo un
espacio virtual con un nombre tan jodidamente explícito. Han pasado muchos
meses, ya un año, y los eternos vaivenes en mi moral de corredor han llegado a
su límite. La incredulidad de al principio se volvió temor con el tiempo y
finalmente se ha convertido en realidad: es hora de ir asumiendo la situación y
comprender lo incomprensible. Una macabra jugada del destino hace que padezca
algún tipo extraño ( a día de hoy sigue siendo extraño ) de dolencia,
enfermedad, síndrome, o vete a saber qué que me impide correr, me impide
disfrutar.
He peregrinado por médicos y fisioterapeutas de toda índole,
desde chapuceros hasta excelentes. He sufrido una operación de más de 5 horas
en la que se me ha abierto la pierna en canal, se me ha practicado una obra
imposible de ingeniería en mi arteria poplítea, ha pasado un tiempo de
esperanza, de ilusión, ése indescriptible que se siente cuanto algo bueno está
a punto de comenzar, me lo he creído, he luchado y definitivamente no
mejoro. Persisten los síntomas,
peligrosamente cada vez más parecidos a los que padecía antes de la
intervención, el pie sigue claudicando, sigo “perdiendo” los dedos del pie
derecho y los músculos de la pantorrilla se hinchan. Incluso pareciera que la
sintomatología se extienda a los dedos de la mano derecha…
Se trata de algo más que correr. Nadie mejor que yo lo sabe.
No es practicar un hobby. Sencillamente no concibo mi vida sin la extenuante y
dulce sensación de estar corriendo durante horas. Llevo un mes mintiéndome,
intentándolo, saliendo a menudo con ilusión, adquiriendo nuevos pares de
zapatillas, de ropa técnica… volviendo a los lugares donde soy feliz, coronando
las cimas que siento como mías. No se puede de esta forma. No puedo seguir
cerrando los ojos y vislumbrar futuras y lejanas carreras que nunca llegarán,
entrenamientos largos con amigos a los que sinceramente ya no puedo seguir.
Sigo dejando mi devenir en manos de la medicina, sigo
concienzudamente asistiendo a las citas médicas, sometiéndome a las pertinentes
pruebas para hallar este misterio. Hago
todo lo que está en mi mano pero junto con la desesperación meramente deportiva
va de la mano la mental, el sentirse en lugar de nadie, de baja laboral, de
baja deportiva, de baja personal. Una carrera de fondo sin final, llena de obstáculos. Esta es la historia, así es el resumen. Todo por hacer, nada por resolver.
Mi necesidad de correr sigue intacta, y mucho me temo que
eso seguirá siendo así, pero esta es mi última entrada en este blog, mi última
alusión a esta religión que con fervor he profesado 20 años.