domingo, 4 de agosto de 2013

Nunca nos fuimos

Hemos vuelto, aunque a decir verdad no nos hemos ido. Nunca nos fuimos, al menos atléticamente. Muy diversos asuntos me han tenido off-line casi tres meses, incluyendo mudanza de por medio, y esa sí que es una carrera dura de verdad. El caso es que en 90 días he entrenado, y mucho. Sigo sin darles un ápice de credibilidad a aquéllos que justifican su falta de entrenamiento o simple práctica de actividad física por escasez de tiempo. El día puede alargarse mucho y basta con recortarle algunas horitas para hacer lo que nos gusta. El deporte es la única religión que sigo, una amalgama cósmica de sensaciones que conforman mi esencia y un dogma que abrazo sin remilgos ni vacilación alguna.




He tenido que renunciar forzosamente a algunas horas de sueño, de lectura y obviamente, de actualización de este blog, si bien también he estado sin red más de un mes. ¿Y en qué he empleado tantas horas recortadas al día? Pues desde aquel pasado 11 de mayo, cuando abandonaba en el 101km de Ronda, he devorado cientos y cientos de kilómetros, en un 99% de trail. Hemos hecho mil y una rutas por todos los vergeles que nos ofrece nuestro paisaje granadino (Dílar, Alayos, Trevenque, Sierra Nevada,  Cruz de la Atalaya y Silleta del Padul…). De entre todas las rutas, cabe destacar una que completamos hace unas semanas en dos jornadas: la primera partiendo desde la Ragua y concluyendo en el refugio del Postero Alto (casi 28kms); la segunda acabando en Güéjar Sierra, pasando por los Lavaderos de la Reina (casi 38 kms), haciendo una experiencia inolvidable. Desde aquí reitero mi agradecimiento al gran Beni, que con su sapiencia y predisposición, hizo posible esta marcha, así como la que acometimos desde Diezma en nuestra preparación para el 101. Competí el 23 de junio en el I Trail del Mamut de Padul, quedando en una meritoria 18ª posición de la general, siendo a su vez 3º en la categoría de Federado Provincial de Granada, así que hasta tuve que subirme al podio. Desde que en COU me entregara una condecoración no sentía la misma sensación de torpeza al andar, con una fingida sonrisa puesta en el rostro.






El grupo de entrenamiento ha seguido creciendo y en alguna ocasión hemos superado la decena de corredores. A todos obviamente nos une el trail. Qué poco he desgastado mis Triumph 9 o mis Supernova Glide 4, y cuánta tralla le he metido a las Saucony Xodus 2.0 (R.I.P.), Brooks Cascadia 7 y a mi flamante nueva adquisición: la Saucony Xodus 3.0 –la quintaesencia en zapatilla de trail, la perfección absoluta para mis pies-.  La ilusión ha seguido intacta, hemos progresado –lo sé-, el entrenamiento en altura hace maravillas y ya hemos fijado la vista en el horizonte: en septiembre vendrán carreras de montaña, seguidas por las Medias Maratones de Octubre y Noviembre. El objetivo a medio plazo es conseguir 1h20’ en media maratón y competir y disfrutar cuantas carreras de montaña pueda. Así de sencillo. El asfalto ya no es lo mismo para mí. No me motiva ni disfruto recorriendo largas carreteras. Prefiero perderme por los montes, bajar veredas complicadas, subir rampas imposibles, cruzar ríos, derrapar en algún balate, bañarnos como chiquillos en los ríos y lagunas.


Aun así, he adquirido la Saucony Progrid Ride 5 con vistas a hacer series y entregar mi alma, como siempre hago, en los entrenos de velocidad. Sí, Saucony definitivamente es mi marca, algún día haré una entrada al respecto, pues tras probar prácticamente la totalidad de marcas del mercado, definitivamente, ésta es la que más se adapta a mis necesidades. No en vano ya he comprado 8 ó 9 pares de Saucony en mi trayecto como corredor.

También hemos hecho mountain bike, por supuesto, aunque bastante menos. Y es que la cabra tira al monte.  Y en esas seguimos, aquí metidos en esta cavidad tórrida, silenciosa y quieta que es agosto, pensando en la ruta que haremos el próximo día, dónde acabaremos bañándonos, dónde nos tomaremos las fresquísimas y merecidas cervezas.


De hecho, nunca nos fuimos.