domingo, 23 de diciembre de 2012

¡NOS HA TOCADO! Objetivo 101 Ronda.


Ni un solo euro. Ni un miserable reintegro. Nada de nada. Un año más, seguiremos pagando la hipoteca y haciendo más números si cabe debido a los últimos recortes de mis adorados políticos. Sin embargo, siento una felicidad desbordante, porque la mañana del sábado 22 de diciembre de 2012 había otro sorteo en liza: obtener plaza para correr el 101 de Ronda. ¡Y lo logramos!  Fuimos afortunados gracias a la perseverancia y tozudez de Txomin –que estuvo literalmente a 4 manos, con el iPad y el portátil-, finalmente a las 10:50 mi código entró en el sistema de la página web del 101 de Ronda, completando así las inscripciones válidas de Antonio y el propio Txomin.

Vista la complicación del asunto, y el enorme número  de participantes que lo intentan cada año con resultado infructuoso, teníamos motivos de sobra para estar contentos. Mientras nuestro compañero nos inscribía a la prueba, Antonio y yo hacíamos una bonita ruta de 18 kms por el Llano de la Perdiz y alrededores. Sabíamos que a las 10 se abría el plazo y que cabía la posibilidad de quedar fuera, pero había que correr, sí o sí. Mientras caían los kms, Txomin nos iba informando de los progresos. ¡Qué mañana!  Vislumbrábamos ya los puentes de piedra cuando se confirmó la realidad: estábamos inscritos para correr el 101 de Ronda. Sentí algo muy profundo, difícil de etiquetar con un calificativo superficial. Choqué las manos con Antonio y nuestras mentes empezaron a trabajar a ritmo frenético: qué zapatillas llevaremos, qué planificación haremos, ¿haremos unas camisetas conmemorativas?, qué elementos serían imprescindibles en nuestro “neceser”…

Sé que el horizonte ha cambiado. Sé que fijar este objetivo modifican los 5 meses venideros, que van a exigirme horas de dedicación, trabajo mental y motivación a raudales. No nos va a faltar. Estamos seguros.  Ya mismo estamos haciendo tiradas de 7 ú 8 horas, alternando correr con caminar, aprendiendo a comer en carrera, a conocer qué nos va bien y qué no, a curarnos ampollas en el momento, a mirar hacia delante cuando la mirada sólo quiera ver el suelo, a entendernos. Como deberes, aparte del lógico duro entrenamiento físico, me he planteado unas cuantas lecturas ultrafondistas motivadoras y dejar ciertos hábitos contraproducentes. Trabajaré concienzudamente el cuerpo y la mente.
Las pistas de atletismo de Atarfe el pasado miércoles.

Los cortafuegos.
Pero para eso quedan 5 meses. Para llegar bien a la cita del año, disfrutaremos de trails, medias maratones, diezmiles y cuanto se tercie atractivo y asumible para nuestro calendario. Seguiremos siendo fieles a nuestra cita semanal con las pistas, seguiremos pedaleando –como hoy, magnífica y dura ruta por el Llano camino de Quéntar-, seguiremos pateando la Silleta del Padul –ver imágenes del pasado domingo- la Loma de Dílar, Cumbres Verdes, la Sierra de Huétor… Tenemos un paraíso al alcance de nuestra mano. Sólo mirar alrededor y descubres el DEPORTE con mayúsculas.

Libertad, sensaciones a flor de piel.
Cientouneros ascendiendo.
La Ermita Vieja de Dílar.




¡Felices fiestas a todos! *Yo celebraré la mañanabuena corriendo, como no podría ser de otra forma.

domingo, 2 de diciembre de 2012

De vuelta al Cerro Huenes


      No se puede decir que hoy haya sufrido como un perro, porque Willy –el Retriever de Víctor- ha disfrutado de lo lindo. El lugar de tan encontradas sensaciones ha sido el mismo que me mortificó meses atrás: el Cerro Huenes.
¡Describe esto!




Into the White
       Sí, he vuelto a la montaña. He incumplido mi intención de no practicar trail hasta enero, pero es que sabiendo de antemano los planes e intenciones de mis compañeros, viendo el frío reinante y la blancura del Trevenque, ¡cualquiera se queda en casa!  Siendo sincero, hoy no he disfrutado casi nada, si bien mi primer objetivo está de sobra cumplido, y es que no ha habido molestias en mi rodilla derecha. A decir verdad, hoy no he sentido ni miedo a recaer porque cuando vas atrancado, con las piernas como bloques de cemento y la caja renqueante sólo te queda mirar hacia abajo y esperar que el calvario cese.  He sufrido mucho.
Dolph, Txomin, Antonio, Víctor, Onio, Willy
Los antecedentes sucedieron la tarde del viernes,  cuando a Antonio, Onio y a mí se nos ocurrió hacer nuestra “Ruta de los Miradores”, recorrido urbano de belleza y dureza sin parangón, que abarca muchos puntos emblemáticos de nuestra capital nazarí. Si ya es dura de por sí, a Onio se le ocurrió incluir una variante sorpresa que consistió en una infernal cuesta en la que casi tuvimos que ponernos a cuatro patas. Después vendría el Chapiz, el Albayzín, Gomérez, etc. Acabé cansado. Cansado con todos los matices que tiene esa palabra. Además, con las defensas bajas, tembloroso y con unas molestias en el estómago que me tuvieron todo el sábado pegado a la porcelana. Y con la garganta tocada. Y con una puñalada en el gemelo derecho.
El Puente de los 7 Ojos

      Pero hoy había que estar ahí, claro que sí. Ahí nos hemos congregado un buen grupo de chalados a las 8 de la mañana, con una temperatura de -2.5ºC.  Desde el primer momento he sabido que no iba bien. Me he colocado en la retaguardia, con el móvil presto para tomar instantáneas de la ruta, pero había un problema: delante llevaba a 5 tipos y un perro con ganas de fiesta. Transcurría el sendero, sorteábamos piedras, seguíamos ascendiendo a buen ritmo y definitivamente no me llegaba ese momento en que parece que te desatrancas, cuando de repente sientes el ritmo en tu cuerpo y tus piernas te piden rock and roll. Nada, me he quedado al final del grupo viendo cómo Willy danzaba alegremente a nuestro alrededor y Dolph y Txomin hacían alarde de su tiránica hegemonía,  Onio con una ligereza pasmosa, y Víctor y Antonio subiendo constantes y seguros. No había manera. Hoy no era día para machadas. Y bien sabemos que no me gusta quedarme el último.

      Después llegó la bajada, con algunos tramos casi verticales, donde a Lundgren ni se le ve. Simplemente cuando el sendero pica hacia abajo, él desaparece de tu horizonte. Yo he puesto mi ritmo, sabedor de que no soy precisamente hábil bajando, teniendo cuidado con los apoyos. El sendero es sublime, con hielo que se insinúa por momentos, nieve que amortiguaba nuestras pisadas, piedras y raíces obstaculizando nuestro paso, giros revirados de 180º, piedras sueltas… Un auténtico trazado para amantes del trail.

       El tercer tiempo, como suele ser habitual: unos huyendo a todo trapo y los más hedonistas,  metiéndonos tres cervezas con sus correspondientes tapas, como tiene que ser. A pesar de todo, una mañana extraordinaria, y es que 16 kms de montaña te dejan un buen regusto, independientemente de cómo te hayas encontrado.