martes, 30 de octubre de 2012

CONFUSIÓN


Me siento confundido. Mi yo corredor se halla en una posición indeterminada, inconsistente. Alterno sensaciones de euforia y confianza con otras de cautela y temor. Quizá esté atravesando el inevitable período de transición que se vive tras una lesión. Siendo honesto, no lo sé, nunca antes había tenido una pesadilla tan larga.


La semana pasada volví a las andadas. A las buenas, me refiero. El martes decidí volver a experimentar el sufrimiento de un entrenamiento.  Con la impagable compañía de Antonio volví a reencontrarme con las series. Y a toparme con la crudeza. La realidad. Nos dirigimos a la mágica cuesta de Gomérez , ante la majestuosa e insinuante presencia de la Alhambra. Cuestas. Buenas sensaciones en general, potencia pero exenta de fondo y kilómetros. Sufrimiento y agonía pero en dosis adecuadas.

El miércoles, mountain bike. Tocaba estrenar mi nueva burra, aunque visto lo visto mejor hubiera sido optar por hacerlo solo. Me acompañó Dolph, esa criatura engendrada en el infierno. Soy un auténtico y monumental paquete a lomos de una bicicleta de montaña. El Llano de la Perdiz fue testigo de mi colosal torpeza y falta de destreza y confianza necesarias para practicar esta disciplina deportiva. Las comparaciones son odiosas, pero si Dolph es un hábil jinete a lomos de un pura sangre, yo soy un torpe y cobarde mulero. Los descensos por veredas y trialeras están a años luz de mi precaria destreza. ¿Me merezco realmente esta magnífica bicicleta?
Mi Cube Reaction GTC Race 29''


El viernes disputé la X Carrera Nocturna Ciudad de Atarfe. 8.600 metros para volver a tomar contacto con la experiencia de competir. Sufrir, apretar dientes, contener el vómito… Luchar. 33 minutos que me supieron a gloria. ¡Qué misterio! El cuerpo debe de tener memoria, porque los kms caían siempre por debajo 4’/km, si bien en alguna rampa que otra el 4’20’’/km era impepinable. Los dos últimos kms fueron una auténtica hemorragia de dolor y sufrimiento. Qué cojones le eché, sí señor. Sin entrenar apenas, hice un minuto más que hace dos años en la misma carrera. Aún no puedo entenderlo. Y mi rodilla derecha, ni mú. Mi hermana debutaba en una carrera en Granada y en apenas unos meses que lleva corriendo hizo la nada desdeñable marca de 42'. Si sigue así, pronto estaremos disputando codo a codo el primer puesto deportivo de la familia.

Minutos antes de la X Carrera Nocturna de Atarfe.

Ayer, embriagado de euforia y autoestima, nos lanzamos a hacer la ruta que solemos llamar “La Ruta de los Miradores”. Barranco del Abogado, cuestas Gomérez y Chapiz, miradores, Albayzín… ¿Qué puedo yo aportar que no esté ya implícito en esos nombres? Para colmo, uno de nuestros acompañantes –el amigo Onio- , queriendo dejar claro que está fuerte y que quiere candela, nos exige desde el principio. Como soy testarudo y orgulloso por naturaleza, había que entrar al trapo. Y entramos, claro. Subimos como fieras y nos vaciamos, literalmente. Por la noche, dolor en la rodilla. Hostia directa. “Straight to the face”.

Mañana tengo una oferta que no sé si podré rechazar. Txomin -¡que acaba de hacer 37 minutos en un diezmil!- me ofrece acompañarle para hacer un puñado de miles antes de su participación en la Media Maratón de Granada, prueba que me perderé con todo el dolor de mi alma. La pierna responde mejor a ritmos altos, ¿pero debo hacerlos? ¿Me voy otra vez a intentar domar mi burra? Esta inestabilidad física y emocional me está volviendo loco.

lunes, 8 de octubre de 2012

Volver


      Día 7 de mi recién inaugurada vida. Más luces que sombras, quizá, pero persiste la inquietud, qué duda cabe. He vuelto a sentirme vivo por momentos, al tiempo que he vuelto a experimentar la crudeza y la ingratitud de este deporte. Si lo abandonas un tiempo, te la devuelve doblada. Ignorarlo es provocar una venganza aguda en forma de mil y un dolores pequeños, y algunos no tanto. Contabilizo 4 salidas desde que la luz al final del túnel empezó a surgir. Tres de 10 kms y la última, ayer mismo, de 13. Y sí, me pasé, es mucha tela tras tanta inactividad.

       La más feliz, la más plena y satisfactoria fue sin duda la primera, hace hoy justo una semana. Empecé a trotar sin pretensiones, tratando de reestructurar mi biomecánica, adaptándola a las nuevas plantillas. Fue raro, como correr con tacones. Imposible talonear, sobre todo con el alza que llevo en la derecha. Troté sonriente hasta que me crucé con un conocido. No, no dejé de sonreir por su presencia, pero me olvidé por completo de mi estado. Corrimos juntos, charlando animadamente, hasta someter mi caja a un castigo excesivo. Correr a 4 pelaos tras estar parado un tiempo no es lo más adecuado. Bajé el ritmo y me acomodé. Fui feliz.

       Para tener una idea certera de cómo corrí el segundo día, sólo hay que imaginarse a un Airgam Boy de 185 centímetros. Rígido, rígido. Imposible agacharme y tocar las puntas de los pies. El ritmo y las sensaciones, para olvidar. Eso sí, sin dolor en la cintilla.

      Para imaginarse el tercer día, vuelvan a imaginarse esta vez a un Madelman, pero en esta ocasión acompañado de Dolph Lundgren, o si lo prefieren, de un comandante de la SS rubio, alto y cuadrado. Stronger than ever. No es que el bicho me infligiese ningún castigo; el rodaje fue amistoso, pero sencillamente yo no estoy ni para hacer bulto. La adaptación a las plantillas será un proceso arduo.

      El cuarto, ayer mismo. “Rodaje depurativo”, que es un eufemismo para esconder lo que realmente pensaba: “corre, cabrón, quema las cervezas, vinos y ginebras de anoche”. Increíblemente, -misterios de este deporte- iba bien de motor, pero una vez más las piernas duras y exentas de flexibilidad. Con molestias, pero con la ventaja indudable de ir solo, hice el recorrido que siempre hago cuando viajo a mi pueblo. Son 13 kms y punto. Hay uno más corto de 10, pero eso son mariconadas. Yo no me pringo en mi pueblo para hacer el camino de domingueros de chándals relucientes y marujas armadas de revólveres. 13 kms con cuestecillas que no matan, pero que te dan una buena hostia cuando no estás en forma.  A falta de 2 kms, arrastrándome pero contento, percibo pasos vigorosos detrás. Viene un tipo espigado con impecable equipación Mizuno azul; me recompongo, me estiro, subo las caderas, braceo con palmas abiertas a lo Bolt. El tío ya me ha sacado 100 metros. Le veo las piernas super-definidas y depiladas. Iría a 3’50’’ y cómodo. Lo que otrora hubiese sido un pique en toda regla acabó conmigo retrepado en un banco de la vía verde, estirando vilmente, disimulando mi impotencia y conteniendo un conato de vómito. Seguí mi caminito, acompañado de una levísima insinuación de dolor. ¡Alarma!

           Me abandonó la confianza y el último km lo hice caminando, silbando alegremente la puñetera canción de Paulina Rubio, que vergonzosamente había bailado y vociferado en la boda de la noche anterior.

  Boys will be boys. They want to play around; you shot me with your love gun, I’m falling to the ground…”

martes, 2 de octubre de 2012

Sshh...No me despierten




  Por favor, déjenme seguir durmiendo. No me molesten. Quiero seguir entre estas suaves y mullidas sábanas mucho tiempo más, tanto que ni siquiera pueda imaginar un despertar. Pero mientras este dulce sueño me embriaga, déjenme contarles un secreto:

    Ayer corrí casi 11 kms. ¡Sí! Sin molestia, sin dolor, sin miedo. Sólo corrí, corrí y corrí. Recorrí zancada a zancada casi once mil metros sin un solo atisbo de inquietud. Lancé una pierna tras otra, aterrizando cada una con decisión y fuerza. Por momentos lo hice muy rápido, y aunque mi ajado corazón me pedía clemencia, mi alma me pedía más, más kms, más tiempo, más placer. Traté de evocar qué se siente rodando a 4'/km y lo conseguí. Aún lo recuerdo. La amnesia no ha podido conmigo. Nunca lo hará.

          Déjenme contarles también que hace dos días empecé con apenas 20 minutos y que con todo el pesar que pude sentir en mi esencia, y a pesar de no experimentar dolor, invoqué a la prudencia y volví caminando a mi casa. De repente, los acordes melancólicos de este recién iniciado otoño se convirtieron en poderosos y agresivos riffs de guitarras. Rock and Roll. 

          Sueño que empiezo desde el principio. Que la ilusión me invade. Que no me importan carreras, marcas ni objetivos. Que este inmenso dolor muscular sólo significa que estoy vivo. Que me machaco progresivamente. Que lucho conmigo. Que poco a poco me reencuentro. Que este oscuro pasadizo ya no me pertenece. Que todo será una mala pesadilla. Que no tengo miedo a recaer.

        Por favor, no me despierten.